Llegué al oscuro lugar teniendo una de mis dos espadas desenvainadas. Frente a mi, pude ver una figura echándoseme encima. Me giré hacia la derecha haciendo que pasara por el hueco donde antes había estado mi cuerpo y me puse en posición Ishiki esperando que perdiera el equilibrio para poder atravesarle, y así hice. Cuando mi espada estaba aún clavada en el cuerpo de esta bestia inmunda, otra más se lanzó sobre mi. Con una patada al aire lancé la daga situado en mis zapatos y se la clavé en la cabeza haciéndole caer al suelo inerte. Suspiré mientras retiraba la sangre de orco de mi espada y recogía la daga de la cabeza de el segundo.