Cminé rápido por el bosque, en busca de aquel lugar que me había visto crecer y dar mis primeros avances como elfo. Ahora debía de ovlver alí, para pedir audiencia a mi propio padre, rey de ltodos los elfos, sólo él podría entenderme o eso creía.
Llegué a un palacio de marfil, o algo paraecido a este, donde pedí audiencia mi padre, debía pedirle permiso para una cosa que iría a llevar a cabo.
- Padre...- dije cuando me recibió.
- Hija, ¿qué te trae por aquí?- preguntó con una radiante sonrisa.
- Sé ya lo del matrimonio y con quien.
- Edward me pareció...
- No- dije con voz firme.
El rostro de mi padre se puso serio, de repetne.
- ¿Por qué hija mia? Edward y tú os habéis criado juntos. Pensé que mi elección era sabia.
- Y lo hubiese sido padre... pero, pero no es él al que pertenece mi corazón.
Mi padre calló.
- ¿Quién es el afortunado enteonces, hija mía?
- No es un elfo, padre, ni semi nada.
- ¿¡Humano!?- dijo, casi aterrorizado.
- Podría decirse, aunque no.
El elfo rey, volvió a callar, no dijo nada, tan sólo me miró.
- Edward será un buen rey, hija mía, es un semi elfo, es...
- Pero no le quiero a él.
- ¡¡Es tu deber como princesa!!- dijo levantando la voz.
Dibujé una media sonrisa, al parecer, iba a tener que optar por lo malo para conseguir estar al lado de Zack, costase lo que costase, le quería a él y no podía casarme con otro que no fuese él. No podía besar a nadie más uqe no fuese él.
- Entonces, renuncio a mis derechos como princesa.
Hubo un murmullo en la sala, nadie podía esperarse eso por mi parte.
- No puedes hacer eso...
- Entonces permitid que me case con la raza que a mí me parezca conveniente.
- Si renuncias a tu derecho de princesa, serás odiada entre elfos.
Me callé un momento y solré una ligera risa. Al parecer, no se iba a echar atrás y yo conocía la consecuencias de mis actos.
- Entonces que así sea, padre.